¿Tiene el dinero valor intrínseco? La respuesta es no. El dinero es frágil y provisional. Y precisamente este es el principal argumento que se emplea en contra de las criptomonedas: manifiestan que no valen nada porque “no tienen respaldo”.
Sin embargo, el dinero adquiere su valor por la confianza que los usuarios depositan en él. El bolívar venezolano no vale nada porque nadie confía en él ni en el gobierno que lo emite soberanamente.
La confianza en la tecnología que respalda su emisión y registro sustenta la demanda y ésta es el concepto que fundamenta su valor.
El valor intrínseco o fundamental de cualquier activo financiero surge de descontar al presente sus flujos de caja futuros. Pero a las criptomonedas no les podemos aplicar esta regla por una sencilla razón: carece de flujos de caja futuros, tal como el oro.
El dinero fiduciario es emitido contra deuda que toma el Estado y que luego paga con la recaudación de impuestos y otros recursos.
Las criptomonedas son emitidas a partir de un costo (de red, minería o fees de transacciones).
Es innegable que tanto los Estados como las instituciones financieras, que actúan gracias a privilegios legales, tienen fallas estructurales profundas y son propensos a la corrupción. Esto siempre ha sido y será así mientras persista el paradigma centralizado de poder.
Cuando nos referimos a criptomonedas no solamente hablamos de una moneda, hablamos de la refundación de los sistemas sociales, políticos y económicos que nos fallan constantemente. Entre ellos se encuentran, por supuesto, los Estados y la banca.
Los sistemas abiertos, distribuidos, horizontales y autónomos -tales como los generados por las cadenas de bloques- están reemplazando a sus pares cerrados, centralizados, verticales, jerárquicos y corruptos basados en modelos anacrónicos del siglo XVIII.