Inclusión financiera. Criptofinanzas

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La inclusión financiera es el proceso que asegura la disponibilidad del sistema financiero formal a cualquier persona dentro de la economía. Esta es la definición de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El Global Findex, en un informe publicado en 2017 por el Banco Mundial, dice que alrededor de 1.700 millones de adultos a nivel global siguen sin poseer una cuenta en una institución financiera o de un proveedor de dinero móvil. En 2014 esa cifra era de 2.000 millones.
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El mismo informe de Global Findex reporta que dos tercios de las personas no bancarizadas tienen teléfonos móviles.
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En las economías desarrolladas el 82% de los adultos tiene tanto un teléfono móvil como acceso a Internet, lo que indica que es probable que tengan acceso a pagos por teléfono móvil o en línea basados en aplicaciones.

En las economías en desarrollo solo el 40% de los adultos propietarios de teléfonos móviles tienen acceso a ambas tecnologías, lo cual para las restantes, resulta en un impedimento para el acceso financiero digital, pero sin dudas hay muchas personas que áú restan ser incluidas.
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La aceleración de las transformaciones digitales y los pagos electrónicos fueron estimulados con la pandemia de Covid-19.

Es creciente el aumento de empresas fintech, es decir aquellas que brindan servicios financieros tradicionales pero en forma digital, sin contar con la infraestructura de un banco tradicional. Sin lugar a dudas el aporte de la tecnología fintech ha resultado en una mejoría para la temática.

Sin embargo la centralización de la información y la burocracia de datos para abrir cuentas bancarias resultan un obstáculo para avanzar.

La tecnología blockchain será clave para la inclusión financiera .

La descentralización inherente que la sustenta permite la participación sin intermediarios, ampliando el horizonte de conexiones persona a persona.

Aquí es donde entran en juego las microfinanzas.

No solo los bancos pueden brindar servicios financieros, préstamo de dinero o facilitación en las transacciones comerciales, también empresas e individuos, y estarán en el ecosistema blockchain.

Pero existen grandes desafíos.

No creo que los gobiernos se queden de brazos cruzados ante plataformas descentralizadas a las que ellos no puedan acceder a la información.

Tanto por motivos de control tributario, normas financieras, cumplimiento de leyes antilavado de dinero o antiterrorismo, las regulaciones estarán a la orden del día.

El gran desafío es la regulación que cada país emplée, y que pueda favorecer la adopción o entorpecerla.

Otro gran desafío es la educación informática de la gente, y que las plataformas digitales se diseñen cada vez más intuitivas para su uso.

Si bien el uso de dispositivos móviles se ha extendido en la actualidad a distintas generaciones, abuelos y nietos comparten mensajes, fotos, correos, no es lo mismo jugar con aplicaciones para redes sociales donde mucha gente comete errores en su uso, que usar una criptobilletera donde los errores se traducen en pérdida de dinero.

Cardano es la plataforma descentralizada que puede satisfacer los dos desafíos mencionados, con una tecnología científica diseñada a partir de discusiones académicas entre pares.

Su transparencia y trazabilidad de registros inmutables, abierta, permite cumplir el requisito legal de los reguladores.

Interoperable con tokens no nativos, programable, permite la posibilidad de desarrollar aplicaciones de fácil uso, satisfaciendo la simplicidad para los usuarios.

La adopción masiva de las criptofinanzas es una cuestión de utilidad pero también de política económica gubernamental, tal como lo dijo Charles Hoskinson (fundador de Cardano) en uno de sus A.M.A. en el año 2020, (preguntame lo que sea, por sus siglas en inglés).

La necesidad existe, la tecnología también.

Cardano puede posicionarse como solución para la inclusión financiera con las criptofinanzas.

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