Regulaciones en la industria cripto

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La primer pregunta que necesita respuesta es, ¿son necesarias las regulaciones en la industria blockchain?

Luego, si ésta resulta afirmativa, ¿cuál es el límite de la normativa? y por último, ¿a quién o quiénes le interesa regular?

En el mundo moderno e interconectado, la regulación de la tecnología financiera es un tema creciente. Blockchain, por la propia naturaleza de sus fundamentos tecnológicos, lo es aún más.

La complejidad que hay detrás de las criptomonedas exige que los reguladores comprendan sus peculiaridades, necesidades y matices individuales a la hora de regularlas. La variedad de tokens en los últimos años hace necesario cómo definir legalmente una stablecoin, un token fungible, un token no fungible, o un token de utilidad.

La velocidad vertiginosa con la que evoluciona la industria, con miles de millones de dólares invertidos en el desarrollo de software, deja atrás en los controles, incluso a los regímenes más centralizados y autoritarios, que sólo se están poniendo al día con los desarrollos que tuvieron lugar hace años.

El aumento constante de nuevas criptomonedas, hoy día 5.468 listadas en CoinMarketCap, se ve reflejado en una capitalización de casi 1.500 billones de dólares (millones de millones), igualando al PIB de Australia o España, Banco Mundial, año 2019.
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Atrás quedaron los días en que se desestimaba el auge de las criptomonedas, tratándolas como una moda pasajera inmersa en una pequeña burbuja volátil, que solo afectaría a un minúsculo sector de la economía. En su lugar, el nuevo enfoque es estar preparados para los mercados globales, la financiación y, lo más importante, las implicancias económicas y financieras.

El poder central entiende que el crecimiento de la adopción podría provocar un tsunami en la economía ante eventos de crisis, si no existieran normas de producción, comercio y tenencia.

Históricamente, la regulación del sector de las criptomonedas se ha basado en tres pilares fundamentales: la protección del cliente, la prevención del delito y los procedimientos contra el blanqueo de capitales. Desde mediados de la década de 2010, se le ha dado suficientes argumentos a los reguladores, por violaciones claras y vívidas a los tres pilares.

En el ambiente del trading no hay forma de saber si los principales exchanges inflan sus volúmenes al conceder acceso especial y tarifas cero a los creadores de mercado (market makers). Incluso los propios exchanges no tienen forma de saber si un grupo de usuarios está relacionado o realizando múltiples transacciones entre ellos para inflar los precios o los volúmenes. Hay cientos, si no miles, de influencers, salas de chat de “pump and dump”, aplicaciones de trading y similares para lograr este fin.

Uno de los primeros objetivos de la regulación fueron los intercambios y los emisores de tokens, o proveedores de servicios de activos virtuales (VASP), como se les conoce legalmente. Y con razón: sólo los cinco principales hackeos de exchanges han desviado casi 1.500 millones de dólares, aprovechando las vulnerabilidades tecnológicas y los errores humanos. También se estima que las 10 principales estafas de ICOs se llevaron casi 700 millones de dólares de los clientes.

Un reciente informe de Trezor muestra los incidentes reportados y pérdidas estimadas en el ecosistema cripto. Los incidentes de hackeos son mayoría, y luego los scams. Pero las pérdidas estimadas, entre phishing y scams, se estima que se llevan el 63% de los montos robados.
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Los países y sus acciones reguladoras

En la parte germana de la Unión Europea, que incluye a Alemania, Suiza y Austria , se ha dado un gran impulso a la implantación de una legislación que distingue entre tokens de seguridad, de pago y de utilidad. Esto se basa en el hecho de que Suiza ya ha acogido la escena de forma innovadora, con el Crypto Valley de Zug, que ha servido de refugio para muchos proyectos desde mediados de la década pasada.

El Reino Unido , por su parte, optó por tomar medidas enérgicas no tanto contra los criptoactivos en sí, sino contra las criptomonedas empaquetadas como diversos activos financieros, como los futuros, que violan regulaciones existentes si no tienen autorización expresa para operar.

En Estados Unidos , el avance es mucho más lento. Un informe del Departamento de Justicia citaba la asombrosa cifra de ocho grupos diferentes con supervisión reguladora, cada uno de los cuales clasifica las criptodivisas de forma ligeramente diferente: uno como producto básico, otro como propiedad o incluso como valor, lo que supone complicaciones para cualquier nuevo proyecto que quiera desarrollarse en ese país.

La supervisión federal sobre la incipiente industria recae, ahora, en la división FinHub de la SEC. Formada originalmente en 2018, la oficina ha ido creciendo en poder y ampliando su papel sobre la estrategia de criptografía de la SEC.

Singapur , por otro lado, ha estado impulsando la conversación sobre el alcance global no solo de las empresas de cripto, sino de la propia tecnología. Las disposiciones incluidas en la regulación de 2019 han ampliado sus normas para incluir las actividades en el extranjero de las empresas con sede en el país.

La relación de Japón con las criptomonedas ha sido especialmente inestable. En sus fronteras se produjeron algunos de los mayores y primeros desastres en el ámbito de las criptomonedas. Comenzó pronto con el escándalo de Mt. Gox en 2014, en el que los hackers se hicieron con más de 460 millones de dólares en BTC. Apenas cuatro años más tarde, la escena local de Japón se vería sacudida por otro desastre de intercambio de criptomonedas, en el que los ladrones se llevaron esta vez más de 500 millones de dólares en tokens NEM.

A pesar de estos ejemplos claros y brutales de las vulnerabilidades a las que se enfrentan los VASP, el enfoque de Japón siguió siendo pragmático y futurista. La isla ha tenido una ventaja de casi tres años en la incorporación de custodios y negocios de criptomonedas en su economía principal. El año pasado, las autoridades japonesas promulgaron una de sus regulaciones de intercambio más estrictas hasta la fecha, al tiempo que añadían una protección adicional para los clientes.

La tendencia que se empieza a ver en todo el mundo es el aumento de organismos reguladores independientes y centrados en las criptomonedas. Japón ha anunciado recientemente que va a crear no uno, sino dos comités para supervisar el sector de las criptomonedas, la Asociación Japonesa de OST y la Asociación Japonesa de Intercambio de Activos Virtuales y Criptográficos.

China es un país en el que, el asedio a la industria blockchain, muestra altibajos. Cada tanto, el gobierno comunista infringe presión. Fue a mediados del mes de mayo de este año que el gobierno anunció que restringirá las transacciones de criptomonedas en todas sus entidades financieras. El nuevo reglamento según el cual las entidades financieras no pueden prestar servicios de ahorro o fideicomiso de tokens, ni emitir ningún producto financiero vinculado al dinero virtual. También están prohibidos los intercambios y las ofertas iniciales con criptomonedas. Sin embargo, la tenencia individual de criptomonedas no está prohibida.

Argumentando el alto consumo energético, recientemente se ha prohibido, en ciertas provincias, el uso energético para el minado de Bitcoin, lo que ha provocado una importante fuga de mineros. Se calcula que el 65% de la minería se encuentra en China.

La globalidad de la industria dificulta su control

La jurisdicción es un problema para el ente regulador. Globalmente solo existen sugerencias de los organismos supranacionales, y acuerdos entre países, pero no existe (aún) la posibilidad de una entidad global que regule con poder de acción.

Cuando se puede determinar el autor del token, o dónde opera su comercialización, el regulador puede imponer normas.

Aunque hasta ahora las regulaciones locales han sido elaboradas en su mayoría por países para controlar sus intereses nacionales, no se puede ignorar el creciente papel de las organizaciones supranacionales en la configuración de la industria global. El mejor ejemplo de organizaciones supranacionales que dan forma a la respuesta política al boom de las criptomonedas es el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).

El Grupo de Acción Financiera Internacional, GAFI, (en inglés, Financial Action Task Force, o FATF), es una institución intergubernamental creada en el año 1989 por el entonces G8. El propósito de la GAFI es desarrollar políticas que ayuden a combatir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. El Secretariado de la GAFI está en la sede de la OCDE en París.

Los lineamientos del GAFI buscan, entre otras medidas, bloquear los retiros de criptomonedas hacia monederos particulares. Es decir, que las transacciones solo se realicen entre exchanges o servicios altamente limitados y regulados legalmente, siendo una política altamente restrictiva, en lo que respecta al comercio y la tenencia individual de tokens.

Conocida como la “regla del viaje”, ésta ha sido una exigencia común de los bancos durante varios años, y significa que los titulares de criptoactivos deben pasar al receptor, el nombre y los detalles de los clientes que trasladan el dinero a otra plataforma. Sin embargo, mientras que esta medida es una característica frecuente de las finanzas tradicionales, resulta onerosa para los intercambios de criptodivisas más pequeños que no cuentan con el mismo poder administrativo que los bancos. Además, hay varios problemas con la definición de un VASP, que el GAFI ha indicado que podría significar un individuo, dependiendo de la naturaleza de la transacción y la interpretación de la jurisdicción de cada miembro.

Otra organización supranacional que muestra signos de tener una participación cada vez más unificada y amplia en esta industria, es la Unión Europea. Hasta hace poco, era responsabilidad de los países individuales dentro de la Unión emitir directivas y directrices sobre criptografía. En septiembre de 2020, la Comisión Europea anunció la creación del Paquete de Finanzas Digitales (DFP) y los Mercados de Criptoactivos (MiCA), que, cuando se implementen en 2024, constituirán la regulación más completa y de mayor alcance en el mundo de las criptomonedas hasta la fecha.

¿Qué pasará con las monedas de privacidad?

La creación de las criptomonedas tuvo su raíz en la filosofía cypherpunk, por la independencia total de los individuos, la privacidad, y la ruptura con el mundo financiero preexistente.

Bajo ese mismo concepto se diseñaron blockchains con baja o nula trazabilidad de sus operaciones, las más conocidas son Monero (XMR), ZCash (ZEC), PIVX (PIVX), Horizen (ZEN), o Verge (XVG). A diferencia de Bitcoin, en la que sus transacciones pueden ser seguidas, pero sin identificar (en principio) sus titulares, se desarrollaron tecnologías para ofuscarlas, como Whirlpool en la billetera Samourai Wallet, que utiliza CoinJoin, un método para unir diferentes transacciones de múltiples personas en una única transacción.

Este tipo de tecnología no es bien recibida por los reguladores, ya que les inhibe el control.

Los movimientos normativos de los reguladores de Corea del Sur ilustran este punto. A finales de 2020, el gobierno local prohibió los intercambios de activos, que considera “monedas oscuras”. Esto es representativo de una tendencia en curso, para sofocar la innovación centrada en la privacidad.

DeFi

El ecosistema DeFi (finanzas descentralizadas) torna aún más complicada la comprensión de la industria, ya que se suman instrumentos y estructuras financieras construidas a partir de las criptomonedas y sus redes.

El colapso que se produjo en MakerDAO en marzo de 2020, debido a la enorme presión de venta causada por la pandemia mundial de COVID-19, por ejemplo, provocó una revisión de la gobernanza que se ha extendido por todo el espacio cripto. En este sentido existe una conciencia de “autorregulación”.

Los exploits (abusos en las fallas de diseño) de los préstamos flash, también han sido motivo de grandes pérdidas.

Seguramente la exigencia de procesos de auditoría informática de los contratos inteligentes, y la planificación de riesgos para todo el sector, serán parte de la normativa de los reguladores para anticiparse a las crisis.

Palabras finales

La visión de una economía independiente y descentralizada de algunos de los promotores más fervientes de las criptomonedas, no parece más que una quimera en 2020. Seamos realistas, la fase de la regulación recién está iniciando, y cuanto más se popularicen las criptomonedas, más crecerá el interés del poder central en atender su especialidad, la de emitir normas.

Así, debemos vigilar de cerca la dirección que toma la regulación de las criptomonedas. Será probablemente dispar entre los distintos países y regiones

¿Cómo considerar a una regulación excesiva, o a una laxa? ¿Cuáles son los límites de éstas?. Las prohibiciones también regulaciones, solo que más extremas.

Sin dudas, el límite es la privacidad y el derecho de propiedad de las personas.


Cardano, por Li₿εʁLiøη. Para que sea breve. Para que sea simple.

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